martes, abril 29, 2008

RINCONES TENEBROSOS

Rincones tenebrosos


Por Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - Si en algo se parece la Revolución Cubana a la de la República Popular China es que ambas no le dan importancia a sus grandes rincones tenebrosos. En la China actual no se editan libros sobre el funesto período de la Revolución Cultural que tanto daño hizo a esa sociedad a partir de 1966, y en la Cuba de Fidel Castro no se conoce de un libro que narre la historia del Quinquenio Gris y su cacería de brujas y mucho menos la dolorosa historia de la UMAP -Unidades Militares de Ayuda a la Producción- donde fueron llevados a la fuerza homosexuales, Testigos de Jehová y disidentes, un verdadero campo de concentración al estilo nazi.

Al parecer, los políticos chinos y los cubanos han preferido olvidarse de la violencia y el terror que estremeció a ambos pueblos durante largos años, porque estos países aún sangran con heridas muy similares.

Cualquiera que se atreviera a escribir un libro sobre esos grandes rincones tenebrosos, tanto en China como en Cuba, sería rechazado, porque la historia es la clave para interpretar el presente.

Mirar en ese sentido hacia atrás no es bien visto por el régimen que cometió tales locuras y atropellos humanos. Un buen revolucionario sería aquel que no comenta que participó como censor, cuando los jefes supremos de aquellos años turbulentos siguen siendo los jefes supremos de hoy.

Hay quienes piensan que la autocensura exacerba el cinismo, que bloquear la verdadera historia es continuar con los mismos errores. Tienen razón. De esta forma se ha implantado en la sociedad una doble moral tan vergonzosa, imposible de erradicar mientras exista el régimen imperante. Por suerte, no toda la población cubana se engaña. En una gran parte, por no decir en una gran mayoría de la población, se ha perdido el espíritu revolucionario, obstáculo, según los teóricos, para la construcción del socialismo. Prueba de ello es la Batalla de Ideas puesta en práctica cuando el gobierno descubrió que el apogeo revolucionario estaba extinguido.