sábado, diciembre 31, 2011

Desde Cuba se escribe sobre la corrupción imperante: Cuando se corrompe el cuerpo y el espíritu

Tomado de http://www.primaveradigital.org



Cuando se corrompe el cuerpo y el espíritu


Por Leonardo Calvo Cárdenas


Boyeros, La Habana (PD) La desfachatez de las autoridades cubanas no parece tener límites. Estos señores acaban de ser anfitriones del 5º Encuentro Internacional Sobre la Sociedad y Sus Retos Frente a la Corrupción, que sesionó en La Habana durante los primeros días de noviembre.

Delegados de varios países se reunieron para analizar las causas, manifestaciones y consecuencias de la corrupción en el mundo contemporáneo, así como los posibles mecanismos de enfrentamiento a este flagelo que adquiere connotaciones preocupantes en un marco de acelerada evolución tecnológica e intensa interdependencia económica y cultural.

En el cónclave los representantes del gobierno cubano aseguraron que en la Isla la corrupción solo se manifiesta de alguna manera en el sector empresarial. A través del reporte informativo de la televisión nacional pudimos ver al señor Antonio Mazitelli, de la Oficina de la ONU Contra la Droga y el Delito, y a quien podemos calificar como el ingenuo del año, pues se refirió a Cuba como una excepción "por su historia y los bajos niveles de delito y violencia."

Este funcionario de la ONU, para escapar del peligro de la inexactitud y el ridículo, bien podría haber seguido la metodología utilizada por el Dr. Pastor Elías Murillo, relator del Comité de la ONU para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD), quien antes de analizar el caso cubano pasó por la Isla en visita privada para tomar el pulso real a la sociedad objeto de análisis.

En Cuba, nación estremecida por profundas atrofias estructurales y una crisis al parecer irreversible, la corrupción alcanza niveles y connotaciones preocupantes, como una enfermedad que hace metástasis en todos los resquicios de la sociedad.

En nuestro país el asunto se agrava porque todos los espacios y estructuras socioeconómicas están estrictamente controlados por el poder; los funcionarios y gerentes del mencionado sector empresarial son cuidadosamente escogidos por las autoridades, más por su supuesta confiabilidad política que por su capacidad profesional.

En una sociedad donde el sistema imperante da muy poco margen al desenvolvimiento y la satisfacción de las necesidades inmediatas, cada ciudadano se ve obligado a tomar – o "desviar" – lo que pueda para cubrir esas necesidades que parecen importarle muy poco a un Estado en extremo ineficiente, controlador y rapaz.

Por otra parte, la nomenclatura gobernante vive como en un país del primer mundo, en medio de una escandalosa suntuosidad, y goza de impunidad y privilegios mientras repite su gastado discurso de austeridad e igualitarismo.

Casi todos los "niños mimados" que el Comandante en Jefe – por pura preferencia y sin consultar a nadie – elevó a las alturas del poder, fueron en su momento removidos de su pedestal bajo acusación de corrupción y sin que el máximo líder se dignara asumir la responsabilidad por su mal tino al escoger.

Esta desidia irresponsable de un poder que no acepta cuestionamientos se demuestra en los sonados escándalos de corrupción que se suceden con frecuencia en altas instancias del Estado, en ocasiones sin que los máximos culpables reciban castigos o pierdan sus privilegios.

Los cubanos de a pie sabemos en qué medida la corrupción ha contaminado espacios sensibles de nuestro cuerpo social como la Policía, la Aduana, las oficinas de Inmigración, los sistemas judicial y penitenciario, todos dependientes del ministerio encargado de mantener el orden y garantizar el respeto a la ley.

Este flagelo ha alcanzado incluso a sectores tan sensibles como el sistema educacional, donde exámenes y resultados se comercializan sin recato, con las graves consecuencias que en el plano ético y práctico esto reviste para el futuro de Cuba.

La corrupción se enseñorea de Cuba, y lo que es peor, se normaliza en las referencias éticas de las nuevas generaciones. Para los de arriba, esta lacra es la forma de reafirmar sus privilegios, para los de abajo, la vía de escapar a las penurias y la falta de horizontes, mientras el alto liderazgo se muestra incapaz de hacer las transformaciones estructurales que salven a la Cuba del futuro de los retrasos y vicios que la amenazan.

elical2004@yahoo.es