sábado, diciembre 31, 2011

Desde Cuba se escribe sobre las complicidades de la tiranía con empresarios de EE.UU.: Místeres y misteresas

Tomado de http://www.primaveradigital.org/



Místeres y misteresas


Por Frank Cosme Valdés Quintana


Santos Suárez (PD) Suelen ser las noticias a veces antagónicas cuando tratan de un mismo tema. En el caso de las relaciones comerciales Cuba-Estados Unidos, también suelen ser desconcertantes.

Resulta que ahora, y de acuerdo a estas noticias, se han sumado también los naturales o residentes de EU al círculo predilecto de forasteros de casi todas las latitudes que ya mantienen privilegios y propiedades que les son negadas a los nacidos en esta isla.

En los primeros días del mes en curso, arrestaron al abogado Marc Verzoni y a su cliente Adem Avici por violar la ley de comercio con el enemigo al encubrir sus visitas a Cuba en septiembre de este año. Según el cable, Mr.Avici ha invertido millones de dólares en Cuba. Aseguran los agentes de la nueva seguridad interna de EU, ambos Mí$teres construían un hotel y unas residencias de su propiedad (¿será en un campito de golf en Pinar del Río que ya por ahí anda mostrando un documental del Discovery Channel?)

La realidad es que no hay nada nuevo en este asunto, a no ser que en este caso se trata de ciudadanos de Estados Unidos. Hace más de una década que otros extranjeros hacen inversiones en bienes raíces en la “aristocrática” zona de Miramar, en La Habana y en otros andurriales.

Varios edificios donde el estilo arquitectónico es más europeo que propio de América, se encuentran ya habitados por la más variopinta gama de personajes adinerados de otros países.

Aparece en muchas revistas extranjeras la venta de estos apartamentos con el mismo estilo de “propiedad horizontal” que tuvo el edificio Focsa.

En la película “Entre ciclones”, del realizador cubano Enrique Colina, se muestra una de estas fastuosas inmobiliarias a la que el cubano no puede acceder, ni aunque le manden dinero de otro planeta.

Otra noticia, al igual que la anterior, de los primeros días de diciembre, sobre los proyectos millonarios de negocios en Cuba, acentúa como un hecho “trascendental” el primer vuelo fletado Tampa-La Habana después de 50 años de inactividad, a partir del pasado mes de septiembre. Pero esto es sólo la punta del iceberg, pues el gobierno local de Tampa se encuentra iluminado por un frenesí desbordante por hacer negocios con el gobierno cubano.

Otra vez el mismo frenesí, como cuando el malísimo de Busch abrió el comercio de alimentos y otras minucias Made in USA que se encuentran en tiendas como la Trasval, de la calle Galiano, a precios de espanto.

Por aquellas fechas apareció en La Habana todo un gobernador de un estado, de apellido Ventura, que con voz cavernosa declaró que venía a hacer negocios.

Pero lo de Tampa no tiene nombre. Según la noticia, “es algo nunca visto en el sur de la Florida”. Comenzó con una carta de saludos amistosos del Ayuntamiento dirigida a Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Siguió la invitación a diplomáticos cubanos en Washington para que se reunieran con empresarios de Tampa. Continuó con declaraciones del presidente de la Cámara de Comercio de Tampa, donde expresó su deseo de viajar a Cuba más la promoción de un seminario sobre oportunidades potenciales de comercio con la isla que se realizaría nada menos que en el puerto de la ciudad.

Pero la tapa al pomo se la puso la cabildera demócrata Kathy Castor. Según esta “Mistere$a”, las personas que viajen a Cuba podrían ir a Tampa y tomar un curso de “inmersión” en la historia cubana, (les recomendamos una buena escafandra), aprender español y caminar por las calles de Ybor City, donde José Martí hizo mítines con los tabaqueros cubanos para que subvencionaran la guerra de independencia.

Realmente hastían estas declaraciones demagógicas de estos Místeres y Misteresas, incluyendo las del Saint Petersburg Times, vocero de estos personajes.

¿A quién van a subvencionar ahora? ¿Acaso se trata de reunir a dos naciones con tradición compartida, como dice el Saint Petersburg Times? ¿O hacer negocios, en el más rancio estilo de los capitalistas feroces, colocando las ganancias por encima de las leyes justas que se exigen a un gobierno de una nación que no cumple sus compromisos de derechos civiles y humanos firmados en varias cumbres y en las Naciones Unidas?

Si así fuera, no habría nada que objetar, pues recibiríamos todos los cubanos, y no el grupito de privilegiados nacionales y foráneos, los beneficios que esto nos podría traer.

Pero utilizar astutamente el nombre y la función que hizo Martí por nuestra independencia en Tampa de una forma demagógica con fines mercantilistas mal dirigidos, es un insulto para cualquiera que se sienta todavía cubano.

Nuestro apóstol debe estar en estos momentos revolviéndose en su sepultura.

glofran263@yahoo.com